Somos un grupo de ciudadanos "de a pie" que un día por sorpresa, ¿quién se lee el B.O.C. todos los días?, nos enteramos que nuestros hogares, negocios, terrenos, etc, formaban parte de un PROYECTO DEMOLEDOR y éramos EXPROPIADOS FORZOSAMENTE.

domingo, 4 de julio de 2010

Carta al director en el Diario El Mundo Cantabria

EL BOJAR, O EL ROBO 03/07/2010

Sr. director:
En primer lugar quiero darles las gracias por las informaciones que su periódico está dedicando al robo que se pretende hacer con el PSIR "El Bojar". Sí, digo robo,, porque esto es lo que quieren hacer no sabemos quién, pero sí que cuentan con el beneplácito de las administraciones, la cual toma decisiones que van totalmente en contra de la gente de la calle, o ¿alguien piensa que este PSIR se haría si alguna de las edificaciones que están dentro del plan sería de alguno de los mandos de dichas administraciones? El primer PSIR, que supuestamente era válido dejaban nuestras edificaciones fuera del plan, pero en el actual sospechosamente las introduce, ¿por qué?
Aquí no sólo se quiere coger suelo a precio de "supermegaganga", sino que destruyen negocios que llevan décadas funcionando o acaban de nacer, con la ilusión todos de ofrecer sus servicios a todos los habitantes de la zona.
Yo soy hijo de afectados de este PSIR, y veo como desde que éste salió, a mis padres se les puso una mochila en la espalda con muchísimo peso, que cada día aumenta; los días pasan lentamente y la alegría que nos transmitían ya no existe. Después de toda una vida trabajando sábados, festivos, sin saber lo que es ir de vacaciones, todo por un sueño, que era tener su casa, y ahora con 8 años viviendo en ella y a punto de la jubilación que es cuando más iban a disfrutarla, nuestro Gobierno decide que es mejor tirarla para hacer pisos. ¿Alguién puede entender esto? Esta es una de las muchas historias que se pueden contar porque cada afectado tiene la suya, que será muy parecida a esta.
Le reitero otra vez el agradecimiento, porque su periódico es el único que está mostrando interés por esta injusticia, y eso hace que nuestras mochilas aligeren un poco su peso.
Gracias.

José Ignacio Sáiz

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